Según publicó el periódico, el retrato, realizado alrededor del año 1751 y que muestra al escritor sevillano Don Diego Ortiz de Zúñiga, se consideraba hasta el momento una copia de la supuesta obra primigenia del artista dada por perdida.

Sin embargo, el investigador Benito Navarrete Prieto, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá, durante su visita al castillo de Penrhyn, en el norte de Gales, examinó la pieza y concluyó que es auténtica.

El diario londinense destacó que el cuadro en cuestión, de 113 por 94 centímetros, se estima fue adquirido a finales del siglo XIX por el barón de Penrhyn, aunque en 1901 otros expertos lo volvieron a clasificar como una reproducción.

De este modo, 'el nuevo hallazgo es un acontecimiento muy importante para el arte europeo', aseguró la publicación.

El lienzo se exhibe por estos días en una muestra dedicada al creador español en la Frick Collection de Nueva York, y para el próximo año se trasladará a la National Gallery, de esta capital.

Formado en el naturalismo tardío, Murillo evolucionó hacia fórmulas propias del barroco pleno con una sensibilidad que, según los especialistas, a veces anticipa el Rococó, caracterizado por el gusto hacia los colores luminosos, suaves y claros.

Condicionado por los encargos, gran parte de su producción está formada por obras de carácter religioso con destino a iglesias y conventos sevillanos, aunque a diferencia de otros grandes maestros españoles de su tiempo, cultivó también la pintura de género.

A propósito del estilo del artista, el catedrático Enrique Valdivieso resumió que 'inventó un código donde las gentes del cielo bajan a la tierra'.