Por: Elpidio Bello
Santo Domingo, República Dominicana.- Diferentes parroquias de la Iglesia Católica de esta ciudad y las distintas provincias están listas para celebrar esta noche la Vigilia Pascual, actividad con la cual termina el Triduo Pascual iniciado el pasado Jueves Santo.
La mayoría de las parroquias tienen pautado iniciar esta actividad a las 9:00 de la noche, aunque otras por razones de seguridad para su feligresía, la iniciarán a partir de las 7:00.
En las principales iglesias, como la Catedral Santiago Apóstol (el Mayor) y el santuario parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, en la provincia Santiago de los Caballeros, la Vigilia Pascual será a las 9:00 de esta noche.
Esta ceremonia religiosa tiene una duración de dos y hasta tres horas, porque en la misma se hace un relato completo del calvario que sufrió Jesucristo antes de ser crucificado.
Muchos feligreses llevan a los templos velas, velones y agua en recipientes para que los sacerdotes las bendigan al término de la ceremonia religiosa.
Asimismo, luego del acto, en las iglesias son descubiertas las figuras o imágenes de los Santos, que durante toda la Semana Santa permanecieron cubiertos con lienzos de color morado.
En algunos medios de comunicación como televisoras y emisoras de radio son transmitidas las Vigilias Pascuales.
La Vigilia Pascual es una celebración litúrgica que conmemora la Resurrección de Jesús y tiene lugar en la madrugada del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. Es la celebración más importante del año en la mayoría de las confesiones cristianas, y en todas ellas tiene un ritual muy semejante que incluye los símbolos de la luz y el agua, dado que en la antigüedad los neófitos recibían el bautismo en este acto.
En la Vigilia Pascual, la Iglesia Católica celebra una liturgia muy especial, y lo hace con la máxima solemnidad.
Los sacerdotes y diáconos están revestidos de ornamentos blancos, señal de alegría por la resurrección del Señor, aunque normalmente, el sacerdote celebrante suele vestir una casulla dorada debido a la gran solemnidad de la celebración que es al fin y al cabo, el centro del Año litúrgico.