📷 AFP
Por: Sergio Parra/ Periodista especializado en temas de Ciencia, Naturaleza, Tecnología y Salud.
Corea del Sur ha vivido esta semana un episodio que evocó oscuros capítulos de su historia. El martes, el presidente Yoon Suk Yeol, en un anuncio televisado sin precedentes, declaró la ley marcial, justificándola como respuesta a supuestas acLa ley marcial es un término cargado de implicaciones históricas y legales, particularmente en contextos de democracias emergentes. Se trata de un estado de excepción en el cual las fuerzas militares asumen el control del gobierno y suspenden derechos civiles fundamentales, como la libertad de prensa, asamblea y expresión. tividades "antiestatales" vinculadas a la oposición y al régimen de Corea del Norte. Sin embargo, esta medida draconiana fue rápidamente revocada ante el rechazo unánime del Parlamento y la indignación generalizada.
La ley marcial es un término cargado de implicaciones históricas y legales, particularmente en contextos de democracias emergentes. Se trata de un estado de excepción en el cual las fuerzas militares asumen el control del gobierno y suspenden derechos civiles fundamentales, como la libertad de prensa, asamblea y expresión.
La declaración y su rápida revocación
En las primeras horas del miércoles, la Asamblea Nacional surcoreana actuó con inusitada rapidez. Con un voto unánime de 190 a 0, incluyendo a miembros del propio partido del presidente, los legisladores anularon la medida.
Este movimiento, acompañado de escenas dramáticas donde políticos escalaron muros y utilizaron extintores para impedir la entrada de soldados, marcó un rechazo contundente a lo que muchos consideraron un intento de golpe autoritario. La reacción internacional no se hizo esperar. Organismos como Amnistía Internacional advirtieron sobre los riesgos de utilizar la ley marcial para silenciar voces disidentes.
Las justificaciones de Yoon y las repercusiones políticas
El presidente Yoon ha justificado su actuación señalando la existencia de una conspiración respaldada por Corea del Norte y ha acusado a la oposición de desestabilizar el país. Sin embargo, estas afirmaciones carecieron de evidencia concreta y fueron vistas por analistas como un intento de distraer la atención de sus problemas políticos, incluidos escándalos de corrupción que involucran a su esposa y aliados cercanos.
La presión política ahora se intensifica. La oposición ha iniciado procedimientos para un juicio político que podría culminar en la destitución de Yoon. El proceso requiere el apoyo de dos tercios del Parlamento y la aprobación de seis de los nueve jueces de la Corte Constitucional, lo que lo convierte en un desafío monumental, aunque no imposible.
Una nación con heridas históricas
La decisión de Yoon de recurrir a la ley marcial ha reabierto heridas que Corea del Sur ha luchado por cerrar desde su transición a la democracia en la década de 1980. Durante el régimen de los dictadores militares, la ley marcial fue empleada repetidamente para sofocar protestas y consolidar el poder, culminando en episodios sangrientos como la masacre de Gwangju en 1980.
El rápido rechazo de la medida por parte de los legisladores y la ciudadanía subraya el compromiso del país con los valores democráticos. Los manifestantes, conscientes de la importancia de proteger las libertades ganadas, llenaron las calles con lemas como “Nunca volveremos al pasado”.
Ahora, si bien la tormenta inmediata ha pasado, las implicaciones de este episodio persisten. La administración de Yoon afronta un futuro incierto, marcado por una profunda crisis de legitimidad. La comunidad internacional observa con cautela, reconociendo a Corea del Sur como un pilar estratégico en Asia y un socio clave en la alianza con Estados Unidos.
Este episodio también es una advertencia para todas las democracias: la vigilancia ciudadana y la acción legislativa son esenciales para evitar retrocesos autoritarios. Corea del Sur, a pesar de este tropiezo, sigue siendo un ejemplo de cómo la resistencia democrática puede prevalecer incluso en momentos de máxima tensión.
Fuente: National Geographic España