Reconoces los productos y servicios financieros éticos y solidarios y aprende a invertir en ellos.
Crear un sistema económico más justo e igualitario. Hacer que el interés general esté por encima del capital, el dinero y los intereses particulares. Estos son los objetivos de la llamada economía del bien común, un modelo que engloba todos los ámbitos económicos, incluido el financiero, y al que cualquier ciudadano puede dar su contribución, con tal de asumir unas pautas de consumo y ahorro que favorezcan la construcción de una sociedad más digna. ¿Cómo puedes convertirte en un ahorrador socialmente responsable? ¿Qué productos y servicios financieros se pueden definir éticos y solidarios, y pueden incluirse en la economía del bien común?
Invertir en lo social
Existe una oferta determinada de productos de inversión social por parte de la banca convencional, entre los que se incluyen los fondos de inversión éticos y los fondos de inversión solidarios. Los primeros son fondos que se utilizan para invertir exclusivamente en proyectos sociales mientras que en el caso de los segundos, solo una parte de sus rendimientos será cedida a iniciativas de carácter social. Un tercer producto, los fondos éticos y solidarios, combinan elementos de ambos.
Las entidades financieras utilizan diferentes denominaciones para referirse a este tipo de productos: sostenibles, éticos, responsables, ecológicos, o sociales. Hay una veintena de fondos de estas características que ofrecen entidades financieras españolas (entre bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito), lo que representa apenas un 1% del total de fondos existentes. Las entidades extranjeras, sin embargo, ofrecen también alrededor de 130 fondos de este tipo.
La banca ética, poco arraigada
La inversión socialmente responsable no solo busca el rendimiento económico, sino que se preocupa también por saber cuál es el uso que los intermediarios financieros harán de nuestros ahorros. ¿Los bancos utilizarán nuestro dinero para financiar proyectos con impacto social positivo (energías renovables, protección del medio ambiente, empresas de inserción socio-laboral) o para especular y financiar planes como la fabricación de armamento o la deslocalización de empresas que utilizan mano de obra infantil? Estos son solo unos ejemplos de la disyuntiva en la que reflexionamos cuando nos acercamos a la economía del bien común.
A esta pregunta responde la banca ética. Este modelo se introduce principalmente en el norte y centro de Europa (en países como Suecia, Dinamarca, Austria, Alemania, Holanda) y, en el sur, solo consigue implantarse en Italia. En España no existe una larga tradición de este tipo, aunque en los últimos años hayan surgido algunas entidades éticas como Triodos Bank desde 2002 y Fiare Banca Ética desde 2014. La oferta de productos éticos y solidarios de ahorro y de inversión se encuentra sobre todo en los bancos tradicionales.
Amplia oferta de ahorro ético
También existen el ahorro ético que generalmente ofrecen los bancos sociales como las cooperativas de crédito y las cajas de ahorros. La remuneración y el funcionamiento de estos productos son muy similares a los convencionales. La diferencia radica en que parte de los intereses que generan estos productos son donados a proyectos sociales y ambientales.
Su oferta es mucho más amplia y extensa, aunque aún no son muy conocidos. Entre los más habituales se encuentra la libreta solidaria, que puede tomar la forma de libreta a la vista, generalmente sin comisiones, con un interés semestral entre el 1,5% y el 3%, y sin la posibilidad de domiciliar recibos. Otro producto es el depósito solidario, que puede suponer una imposición a 25 meses y una rentabilidad mínima del 4% para un importe mínimo de 18.000 euros con beneficios fiscales. Entre otros productos, está también la libreta de ahorro ético, que remunera al tipo que marca el euríbor.
Cuando banca y ONG colaboran
Muchas veces, estos productos de ahorro son el resultado de un acuerdo de colaboración entre la entidad bancaria y una organización sin ánimo de lucro, de manera que el 50% de los intereses son cedidos por parte del cliente al banco para que este, a la vez que incrementa el importe con un 25-50% como aportación adicional, pueda donarlos a un proyecto social determinado. Alguna entidad bancaria permite que sean los propios clientes los que, mediante un sistema de votaciones, decida a qué proyecto se van a destinar los fondos recaudados. Es el caso de Caixa Popular, una cooperativa de crédito que mantiene un acuerdo con RedEnclau, una confederación de asociaciones y fundaciones.
(Fuente: EL PAÍS)