📷 Fuente externa
Por: Hanlet Domínguez
HISTORIADOR
La ciudad primada de América es sinónimo de referencia histórica y cultural en el continente, pero su origen radica en la improvisación. Bartolomé Colón fundó Santo Domingo a fin de buscar una alternativa al desastre de La Isabela (Puerto Plata) ocasionado por el fuego (lo afirma la historiadora Consuelo Varela en su obra Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo), al que se le sumaron la hambruna y enfermedades que se vivían en dicho lugar. La Isabela pasó a ser relocalizada al sur de la Isla Española y nombrada como “La Nueva Isabela” en la margen oriental del río Ozama.
Este era lugar perfecto para reponerse temporalmente, ya que la cacique taína de aquella comarca (provincia del cacicazgo de Higüey), llamada “Catalina”, le ofreció comida, alojamiento y el codiciado oro del río Haina. Pero, geográficamente, Santo Domingo no era el lugar ideal, ya que tenía un puerto estrecho y carecía de una bahía. Ya para junio 1496, aparece una carta anónima (quizás, de Juan Aguado) dirigida a los Reyes Católicos, donde se les comenta que la Bahía de Ocoa es el lugar estratégico predilecto: “Allí pueden descargar mejor los navíos”.
En esta tesitura, Cristóbal Colón les escribe a los Reyes Católicos en el verano de 1496, para darles la noticia del hallazgo de la mina de oro al sur de la Isla Española. Los monarcas (según Varela) le contestaron que, si al almirante le parecía un lugar correcto, ellos “lo daban por bueno y se lo recibirían en servicio”. Bartolomé Colón, quien para el verano de 1496 se encargó de la incipiente colonia, recibe de su hermano Cristóbal la siguiente indicación: “Buscar por allí [el sur de la isla] algún puerto para poblar en él y, si tal fuese, pasase todo lo de La Isabela en él y la despoblase”. En este sentido, para no alejarse mucho de la mina de oro y estar cerca del conuco (fuente de alimentos) de la cacique Catalina, se quedan en la parte oriental del río Ozama.
Según el cronista Fernández de Oviedo, Bartolomé Colón verificó el puerto: supuestamente, cumplía con los estándares, lo cual sabemos que no es verdad: “[…] y entró [Bartolomé] en una canoa o barca de las que tienen los indios, e tentó este río llamado Ozama, que por esta cibdad pasa, hízolo sondar, e tentó la hondura de la entrada del puerto, e quedó muy satisfecho […]”.
Aquí debajo, podemos leer el análisis de la historiadora Consuelo Varela:
“[…] todas las facilidades de asentamiento y ayuda material, bien por la necesidad imperiosa de abandonar una ciudad [La Isabela] en ruinas y maloliente, el hecho cierto es que en 1498 ya se había instalado don Bartolomé en esa nueva población [Santo Domingo]. El resultado inmediato no se hizo esperar: si el teniente de gobernador había situado su palacio en un nuevo emplazamiento [Santo Domingo], el pueblo, por pura lógica, se trasladará donde está el poder y Santo Domingo se convertirá casi inmediatamente en la capital administrativa de La Española”.
La visión más clara acerca de organización y proyección global de la ciudad y, por ende, de la Isla la tuvo Nicolás de Ovando, quien llegó a fundar ciudades y puertos en los alrededores de la Bahía de Ocoa. Pero, además, trasladó Santo Domingo posteriormente (1503-1504) a la margen occidental, donde está la ciudad colonial actualmente. En tal sentido, escribió el historiador español Demetrio Ramos Pérez que “Ovando decidió el traslado de la población a la orilla derecha del Ozama, para que la ciudad pudiera acomodarse a su nuevo destino de cabeza de las Indias [el Nuevo Mundo]”.


