Miércoles, 24 Abril 2024

V Vida Sana

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Así cambiará su cuerpo cuando beba suficiente agua

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Si está cansado quizá no necesite un café

 

Fuente: El Paìs

Se adivina un verano largo y tórrido, y con él, la posibilidad de no hidratarnos correctamente. Una vez aclarado que no hace falta ingerir dos litros y medio al día, porque los alimentos ya contienen agua y las necesidades no son las mismas para todos, es cierto que "la deshidratación produce cansancio e incrementa la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca", explica Jaume Giménez Sánchez, nutricionista y responsable del Máster en Nutrición en la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Barcelona. La fatiga intensa, el dolor de cabeza, la fiebre, la falta de micción y los episodios de taquicardia también son síntomas frecuentes. Los adultos con mayor riesgo, alerta este experto, son los deportistas que superen la hora de ejercicio al aire libre bajo el sol y las personas mayores. Si bebe el agua que realmente necesita su cuerpo, notará todas esas mejorías.

 

1. Tendrá más fuerza 

 

Si durante un día caluroso nota que le faltan las fuerzas, su cuerpo podría estar pidiéndole agua. Hay estudios realizados con deportistas que confirman la relación entre una deshidratación leve y la disminución de la resistencia. Lo confirma Giménez: “El primer síntoma es el cansancio”. ¿La solución? Reponer líquido, incluso antes de que aparezca la sed, apunta el nutricionista. “La hidratación se puede recuperar en una o dos horas, aunque depende de cada persona. Y si la bebida es isotónica [que reponer los electrolitos perdidos], los beneficios se manifestarán incluso antes”, afirma Giménez.

2. Evitará lesiones “Cualquier tipo de deshidratación afecta a los músculos, y a más severa, mayor riesgo de lesión hay en personas que practican alguna actividad física”, afirma Giménez. Según este experto, pueden aparecer calambres y una reducción de la potencia muscular. La razón hay que buscarla en la composición de nuestras células: “El músculo se conforma principalmente de agua. Cuanta menos tenga, más dificultades encontrará para contraerse y relajarse. Además, la entrada de nutrientes y la salida de deshechos se verá dificultada. Todo esto se traduce en un incremento del riesgo de lesiones”, explica Giménez. La solución pasa por reponer líquidos, pero ¿cuánto hay que beber? “En una situación de deshidratación importante -como al hacer deporte- habría que ingerir, durante las 2 o 4 horas posteriores, el 150% de lo que se haya perdido de peso -la bajada se debe a la sudoración- durante el ejercicio. Por ejemplo, una persona que pierda 1 kilo, debe ingerir un mínimo de un litro y medio”, recomienda este experto.

3. Su piel estará más tersa Beber agua, especialmente en individuos con una baja ingesta inicial, puede mejorar el grosor y la densidad de la piel, según un estudio en el que se realizaron mediciones a través de pruebas médicas. “Siempre que hay deshidratación se nota en la tez, que se muestra menos elástica, pierde luz y brillo, y las líneas de expresión se hacen más visibles”, explica Eduardo López Bran, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid. ¿Por qué ocurre? Según razona, las células del cutis contienen un 70% de líquido, y son muy sensibles a cualquier factor que disminuya el nivel de agua en el organismo. “De manera que al reponer los niveles de esta sustancia en el cuerpo, la dermis se recupera paulatinamente”, aclara Bran. Pero una vez se encuentre en estado saludable, no piense que si bebe en exceso va a conseguir un aspecto más radiante: “Eso es un error, porque el organismo tiene una capacidad de absorción limitada que, si se supera, ordena eliminar el exceso a través de la orina”, aclara el doctor.

4. Bajará su temperatura corporal 

Gracias a la sudoración nos mantenemos más frescos. “Al evaporarse la humedad sobre la piel, desciende la temperatura corporal: la evaporación del sudor supone perder entre un 27% y 30% de calor en el organismo. Hay que tener en cuenta que este proceso aumenta a medida que suben los grados y se intensifica la actividad física”, explica el nutricionista Giménez. El agua es el combustible que se necesita para mantener este peculiar sistema de refrigeración. Según este experto, lo recomendable es beber de manera constante, porque “si no se repone el líquido perdido, la sudoración se activa más, para poder enfriarnos”.

5. Tendrá mejores digestiones “La deshidratación mantenida en el tiempo, incluso en grados leves, puede favorecer el estreñimiento”, asegura Enrique Rey Díaz–Rubio, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid. La explicación que ofrece este experto es que el organismo absorbe parte del agua del intestino para mantener los niveles de este líquido el cuerpo, lo que dificulta el tránsito. De hecho, aumentar la ingesta de fluidos es una de las recomendaciones presentes en todas las guías clínicas para mejorar el tránsito intestinal y combatir el estreñimiento. “Además de agua, es importante tomar alimentos con alto contenido en líquido, como el melón o la sandía, y también bebidas isotónicas”, recomienda Rey.

6. Podría concentrarse más Una revisión de estudios ha encontrado cierta relación entre la falta de líquido y las alteraciones en la capacidad cognitiva, como la concentración o la memoria. Sin embargo, no existe suficiente evidencia que lo respalde. Jordi Llorens Baucells, catedrático del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Barcelona, apunta que “los datos disponibles son poco concluyentes. En cuanto a situaciones de deshidratación moderadas, con relevancia a la vida cotidiana, los datos parecen más robustos en niños que en adultos. En conjunto, parámetros como el humor y la atención parecen más afectados que los específicamente cognitivos”. ¿Posibles causas? “La deshidratación supone una situación de estrés que puede causar un aumento de la secreción de la hormona cortisol. Y, en niveles altos, esto disminuye la memoria y las capacidades cognitivas”, especula este experto. Otra posible explicación que argumenta es que la necesidad de buscar e ingerir líquido puede actuar como un elemento de distracción, que disminuye la atención hacia otras tareas.

 

 


                 

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