Jueves, 25 Abril 2024

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La agricultura familiar, clave para erradicar el hambre en América Latina y el Caribe

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 El día en el que el derecho a la alimentación deje de ser únicamente un bello propósito sobre el papel para erigirse en una realidad palpable en forma de alimentos sanos y presentes en todos los hogares podría llegar pronto a América Latina y el Caribe. Quizás en 2025, casi a la vuelta de la esquina. Lo cual supondría todo un hito que convertiría a la zona en la primera región en desarrollo en erradicar el hambre, gracias a la agricultura familiar. Para lograrlo solo hace falta voluntad política. Así se desprende del mensaje lanzado por el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), José Graziano da Silva, durante la quinta Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en Punta Cana, República Dominicana, a finales de enero pasado.

Acabar completamente con el hambre es una meta alcanzable, según Graziano da Silva, siempre que haya un compromiso real de los gobiernos de la zona con el plan de seguridad alimentaria de la Celac. El llamado Plan SAN Celac -SAN son las siglas de Seguridad Alimentaria y Nutricional- expresa para el director de la FAO: “La cristalización de la voluntad política de los gobiernos de erradicar el hambre en la próxima década”.

En efecto, dicho plan, aprobado por la Celac en el año 2015, pretende erradicar el hambre en la región en el año 2025, cinco años antes del plazo marcado para el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, relativo al Hambre Cero. Para hacer este sueño realidad, el plan promueve una serie de políticas públicas dirigidas a reducir la pobreza, mejorar las condiciones del mundo rural, adaptar la agricultura al cambio climático, acabar con el desperdicio de alimentos y hacer frente al riesgo de desastres.

Uno de los ejes fundamentales del Plan SAN Celac, así como de la estrategia de la FAO para la región, es la decidida apuesta por la agricultura familiar. Recientemente, NOTICIAS POSITIVAS tuvo la ocasión de entrevistar sobre este particular a Luiz Carlos Beduschi, oficial de Políticas en Desarrollo Rural de la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

Agentes de cambio
 

Al abarcar todas las actividades agrícolas de base familiar (cultivos, ganadería, pesca, acuicultura, bosques) y al dinamizar las economías locales, la agricultura familiar tiene un rol fundamental para ofrecer a la población urbana y rural la oportunidad de acceder a una dieta diversificada y saludable”, explica Beduschi, que añade que para la FAO es una prioridad ayudar a los países, “tanto a mejorar las capacidades de la agricultura familiar para producir alimentos, como a reducir las brechas históricas y estructurales que impiden romper con el ciclo de la pobreza rural”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura está comprometida con una visión integradora del sector rural, “donde las familias rurales son reconocidas como agentes de cambio y no como receptoras de beneficencia”, asegura el oficial. Es decir, la estrategia pasa por el necesario empoderamiento de los agricultores. Todo un reto, ya que las poblaciones del entorno rural siguen enfrentándose a numerosas dificultades.

Si bien la región ha logrado un progreso importante en la reducción del hambre y la pobreza rural, casi la mitad de la población rural es pobre y un tercio vive en pobreza extrema. Esto se debe a múltiples factores que afectan a los medios de vida de las familias rurales, como la desigualdad en el acceso a la salud, la educación, el empleo y a los alimentos. Paradójicamente, quienes producen gran parte de los alimentos de la región tienen más riesgo de inseguridad alimentaria ”, lamenta Beduschi.

Con la finalidad de revertir esta situación, la FAO ha puesto en marcha un conjunto de acciones que se desarrollan tanto dentro de los territorios rurales como en los procesos de diálogo sobre políticas y cooperación técnica entre los países de la región. Con ello, la organización busca mejorar el acceso de la agricultura familiar a recursos productivos, como la tierra y el agua, así como a infraestructuras y servicios rurales; por ejemplo, créditos, seguros, asistencia técnica y sistemas de innovación y conocimiento.

Acceso a los mercados

A la hora de comercializar sus productos, los pequeños agricultores se enfrentan a importantes obstáculos derivados de la existencia de mercados dominados por grandes cadenas de distribución y en los que opera además un elevado número de intermediarios. Mercados que, según Beduschi, “no sólo dificultan el acceso, sino que muchas veces remuneran mal a los productores, reproduciendo estructuras de dominación que bloquean innovaciones en los territorios rurales”.

En este punto, el oficial de la FAO plantea una necesaria reflexión: “Es importante tomar como punto de partida la idea de que los mercados y sistemas agroalimentarios son el resultado de procesos de construcción social, y son influidos por las fuerzas sociales, las políticas públicas y la acción colectiva.  Asumimos como hipótesis, entonces, que es posible y necesario que los sistemas agroalimentarios funcionen de forma mejor y más intensa en favor de los pobres, de una mejor nutrición y un mejor uso de los recursos naturales”.

La FAO promueve diferentes formas de intervención sobre los territorios rurales derivadas de este planteamiento de partida. Su oficial destaca varias experiencias exitosas, como los programas de compras públicas en varios países de la región. “Son programas exitosos, sobre todo cuando se vinculan con la alimentación escolar, ya que permiten dinamizar las economías locales, ofrecen un horizonte de estabilidad para los agricultores, aumentan la disponibilidad de alimentos frescos, sanos y nutritivos en las comunidades y favorecen que los niños tengan una alimentación diversificada y adecuada culturalmente. El modelo de Escuelas Sostenibles promovido por el Programa de Cooperación Internacional Brasil-FAO ha profundizado los aprendizajes en este sentido”.

Beduschi también cita otros casos, como el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Producción de Cacao que implementa el gobierno de Bolivia. “Cuya construcción y validación contó con una sólida representatividad de los productores y recolectores de cacao, con el acompañamiento de la FAO”. “En Honduras, en conjunto con el Banco Mundial, estamos apoyando la elaboración de una Estrategia Nacional de Inclusión Productiva. En Paraguay y en Bolivia apoyamos la vinculación de los programas de transferencia de ingresos con programas de inclusión productiva”.

En transición hacia un modelo más sostenible y resiliente

La agricultura es el sector más afectado por el cambio climático y una de sus principales víctimas son los pequeños agricultores familiares, campesinos y campesinas, muchos de los cuales luchan diariamente por sobrevivir”, afirmó Graziano da Silva durante la ya citada cumbre de la Celac de principios de año. En este contexto, luchar contra el hambre significa luchar también contra el cambio climático. De ahí el empeño de los países de la región y de la propia FAO en promover una agricultura más sostenible y resiliente. Meta que solo será alcanzable con la participación de los agricultores locales, actores clave en la conservación y uso sostenible de los recursos naturales.

De generación en generación, los agricultores familiares han sabido conservar, perfeccionar y transmitir conocimientos y habilidades, preservando y mejorando prácticas y tecnologías que pueden contribuir a la sostenibilidad de los sistemas agrícolas”, asegura Beduschi, que añade: “Actualmente la agroecología, como una alternativa de sistema productivo, goza de un mayor reconocimiento por los consumidores urbanos y plantea oportunidades para la innovación en productos y servicios en favor del sector rural”.

Por todo ello, la FAO está apoyando procesos de transición agroecológica en los países de la región. Dicha transición debe ser protagonizada tanto por las propias organizaciones de productores como por los gobiernos, a través de la formulación de políticas públicas basadas en el diálogo entre las partes y en sólidas evidencias científicas.

(Fuente: DIARIO DE NOTICIAS POSITIVAS) 

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